Caminaba siempre por esos lugares, sin conocer siquiera, las grandes cosas que iba aprender.
Una de las ideas principales del hombre, en su estancia en la vida, es la de aprender mediante los interminables tropezones que van marcando las llagas del saber.
Hace ya un tiempo atrás, los coqueteos y las salidas a escondidas, hicieron que me enamorara de una encantadora residente de San Borja. Pienso con optimismo, hasta ahora, que siempre fue mejor que las cosas se hayan ido por donde fueron. Así ambos, aunque nos costo verlo, salimos ganando.
Esos días son para siempre recordar. Aunque en su momento hubiera preferido trabajar de marinero para embriagarme cruzando los atlánticos, los pacíficos, los índicos, etc…, mientras esperaba que sufra de un duro golpe de amnesia. Pero una vez mas la razón fue mas. Y me di cuenta de las cosas que aprendí, valoré mas los sentimientos propios y ajenos, (quizás antes era un pobre desgraciado que pensaba que el dolor era solo para los débiles. Claro que no tenía en cuenta que el débil era yo, y necesitaba un escudo, siquiera de madera, para esconder mis defecto) y borré el concepto de amor infantil que tenia, por uno mas liberal, y mas acuerdo a lo que verdaderamente sentía ya.
Cada vez que recuerdo las veces que nos veíamos en plaza primavera, en el parque de su casa, las veces que me hizo pasar como su amigo en frente de su madre, (era su primera experiencia y su madre, como la mayoría de madres limeñas, eran muy conservadoras con respecto a esas cosas) el día que pasé, ese 11 de mayo… el día de su cumpleaños…, las veces que nos peleamos a causa de sus amigas, o por causas de las ideas, de dos mundos muy distantes… (Digamos que yo era el resentido, el amargado, el realista, digámoslo así, el Karl Marx del cuento y ella la que pintaba como otra alternativa el libre albedrío) Ese día que fuimos, por última vez, a Larcomar… y con ello, el final de la odisea mal escrita y producida por mí… despiertan en mí, sentimientos calmados y de una satisfacción, ya explicada mil veces…
Una vez un tío mío (joven el tipo) me dijo en esos momentos que me quería ir a Siberia a tomar vodka hasta terminar muerto en una planta de procesamiento de crudo de la ex Unión Soviética: No se puede olvidar, porque el olvidar sería, como olvidar todo aquello bueno que te pasó en esos días, con ella y alrededor de ella, y uno no puede borrarse de la existencia porque quiere. Si tratarías de borrar de todos modos esos momentos, tratarías de borrarte de tu mundo, de lo que viviste, gozaste y aprendiste, y eso es cobarde, pero más que cobarde, es estupido.

No saben lo bien que me hizo esa cachetada literaria.
Y aunque no e vuelto amar con esa misma intensidad, desde aquella vez…, no pierdo la fe, en que lo vuelva hacer, asi sea un maldito mercenario antiamor, por momentos.
K.O
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Esto fue producto de escuchar: toda la semana e estado con
Zenfira. Esa rusa me lanza a la confeción, cuando la veo, cuando la escucho… Tema: Kto? – Zemfira.
Imagen: E. Vedder. (???)