6.15.2007

La ilusión de un incógnito

En una visita prometedora, a la ciudad de Moscú, el joven Leo, encontró es unos trastos viejos de alguna revista, de la rusa comunista, una idea que jamás se la quitaría de encima mientas aún viviera. Desde aquella visita el tiempo trascurrió, como trascurrió el tiempo del terrorismo en la capital.
Ya no era un púber, ya no era aquel tipillo que jugaba sin saberlo a la política, que sentía los aires revolucionaros alrededor de un ambiente corrupto, desleal, egoísta y absurdo. El tiempo le cambio esa cara esbelta, lozana y natural, por una más demacrada, pisoteada, con aires de frustración y de consternación. Era un muerto que aún respiraba, que aún vivía, que aún soñaba, que en arranques de contradicción, se contrastaba con el sujeto, muy ajeno de sus tiempos rebeldes, que era el mismo.

Quería entender porque las cosas tenían que ocurrir como siempre ocurría. Lloraba de angustia cuando se resignaba a creer lo que menos creía y estuvo al borde de la muerte, hace ya más de 50 años atrás, cuando abrió los ojos para darse cuenta que este mundo ya no estaba comenzando de cero, sino que ya todo estaba sistematizado, asquerosamente parametrado, el mundo ya había dejado de serlo para convertirse en un mercado global donde el más abusivo reinaba e imponía las leyes.
Vivió con esta idea muchos años. Vivió odiando, no al mundo, si no a aquellos que nunca entendieron la necesidad de que el mundo tenía que ser independiente y diverso.
Escribió sus memorias inútiles, teorizó unas ideas que no pasaban de eso y se desgarró hasta el cansancio pregonando sus pensamientos que jamás fueron escuchadas. Así pasó sus últimos años aquel joven soñador que muy, pero muy en el fondo aún lo seguía siendo, pero que el mundo se encargó de destruir.

Un día de Junio, como hoy, los sufrimientos de aquel longevo personaje que siempre pasó desapercibido para todo el mundo, se extinguieron junto con el sol engañoso y desleal que nunca advirtió su futuro en el alba perdida de su fin. Una bala de 9mm parabellum, que le destrozó el cráneo, terminó para siempre con su inexistente existencia. Murió en una casa que no era la suya, en la lejana Santiago. Nadie lo notó, nadie lo lloró, nadie lo veló, nadie; hasta que llegó al entierro un joven, como el lo fue alguna vez. Era una tarde gris, fría, desolada y con lluvia. Aquel personaje inexacto buscaba algo que sabia, encontraría ahí.

-aún no lo entierren- dijo con voz enérgica aquel extraño. El encargado del entierro inclinó el cuerpo para atrás, y consternado preguntó – y ¿Quién demonios eres tu?- el tipo no le hizo caso y con pasos que se dirigían directamente hacia el ataúd, con la ayuda de una palanca de hierro que portaba desde que llegó, llegó decidido a abrirla.
-oiga ¿Por qué hace eso? ¡Deténgase!- exclamó el encargado del entierro corriendo hacia el para detenerlo, pero con un solo empujón del hombre logró postrarlo en el suelo.
Cuando abrió el ataúd, encontró el cuerpo podrido por el olvido de un hombre que se aferró tanto en lo que pensaba, que junto con el yacían sus escritos que tanto tiempo le costo escribir pero que fue demasiado fácil de enterrar. El extraño lo tomó, lo examino y lo puso en su mochila. Cuando cerró el ataúd, el recordó la pregunta que le hizo el viejo y le respondió mirándolo a los ojos: -soy su sobrino, y vengo por su intelectualidad.

Más tarde, en un viaje a Lima, el joven desconocido desempeño todos los ideales ya expuestos muchos años antes por su tío. Seria recordado por muchas otras generaciones, así quedando un legado inmortal de una intelectualidad soñadora, idealista y soberana que lo único que buscaba era algo de equilibrio en un mundo de locos. Y aunque aquel hombre murió en la más remota incógnita, sus ideales prevalecieron para siempre.

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Inspiración musical: Krasota - Zemfira.
Otra musa: ninguna.
Historia: ninguna.
Una frase: Uno sueña para existir y existe para soñar y sueña para concretar.

2 comments:

Adriano said...

Emotiva historia de una época oscura en la memoria de la Humanidad. Qué cosa, ¿no? Cuando uno empieza a pensar, a tener conciencia del mundo que habita, la angustia lo termina ahogando. No hay creación sin sufrimiento, no hay memorias escritas sin algún tipo de dolor. Los hombres que trascienden, en algún punto, están buscando su nido. Un abrazo. Me gusta mucho leerte, realmente sí. Hasta el próximo texto.

BELMAR said...

FELICITACIONES POR TU BELLO BLOG!