11.28.2009

Oraciones

Al final de cuentas, no somos dueños más que de las necesidades mismas que nos hacen pensar que somos dueños de algo. Cuando te das cuenta que las personas tienden a negociar con la imagen, ya es demasiado tarde como para sacar adelante una intención coherente. El problema está justamente en ello, en que nos creemos ciertas cosas, nos la creemos con un afán en la sangre y en la subconsciencia, que pensamos es lo real. Ahí vienen los problemas.
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No vamos a poder vivir de buenos augurios, si es que estos no están basados en algo con lo que se basan las grandes ideas. Ni vamos a poder conocer a las personas en su máximo esplendor o en su decadencia crónica, aunque esto último sea lo más probable que suceda. Ni obtendremos los recursos necesarios como para creer, para seguir creyendo en cosas que poco a poco, entre nosotros, nos hemos encargado de desbaratar.
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Pero ¿Cuál es la necesidad de todo ello? Es decir, la necesidad de destruirnos. Cuando te preguntas cosas como esa, terminas con más preguntas, terminamos con cualquier cosa, en realidad. Menos con la respuesta. Hay quienes afirman que la necesidad es una cuestión ideológica en el hombre. Que su génesis está en el aburrimiento humano, y su consolidación en las estupideces que terminamos haciendo.
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No importa ya. Desde los momentos interminables, en los días grises de algún mes que nunca fue mejor, quedó para siempre zanjado la pétrea huella que, haya sido de un modo u otro, si me haya tirando de un puente o haya terminado entre putas, si haya terminado de escribir lo que estaba escribiendo o si simplemente dejaba que mis emociones colisionaran entre sí, hubiera terminado, de todos modos, donde todo comienza a ir terrible. Donde solo te queda nada y terminas diciendo: ahí vienen los problemas.
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Clownage - leila