5.12.2008

Revoluciones

Los ánimos estaban en un clímax excelente, los varones, las mujeres, todos en un solo lugar donde las fantasías y los efectos alucinógenos brotaban con cada minuto que transcurría. Era, pues, la noche del desenfreno donde las ordenes las ponían los impulsos cada vez más fieros y atrevidos. Es la fiesta reif, es la vida.

Cuando llegamos al local donde se desarrollo esta fiesta, nosotros nos percatamos de la infraestructura futurista que nos invitaba a pasar a un mundo en paralelo donde la razón es nula y el éxtasis es todo, todo también como las luces asfixiantes que ya daban antesala a los sueños eufóricos de todo aquel que osaba entrar para no salir.

Éramos tres las personas que habíamos ido juntos, y tres que comenzaron a ver como la gente, de un estado neutral pasaban a otro donde revelaban ese lado indescriptible pero si muy caracterizado por movimientos estrambóticos y sonidos agudos con la voz, seguidos al ritmo de un DJ que hacia de la revolución, su momento. Porque al comienzo uno se siente rodeado de vinilos, rayados, psicofónicos, paranormales haciendo de las revoluciones su mejor expresión. La noche recién comenzaba.

Éramos tres sujetos que comenzamos a ver como la gente caía ante su placer, éramos tres hasta que uno de ellos empezó a ver como caían los otros dos.

Las expresiones en estos dos sujetos, después de probar “la manzana prohibida de Adán” era el más vivo expresionismo desenfadado de la liberación articular del cuerpo.

X solía hablarme de mundos encontrados ahí mismo donde yo podía verlo y ver el mundo que me narraba con tanto énfasis y precisión de cirujano que no dudé de aquel mundo imaginario producto del descarrilamiento imaginativo. X solía hablarme también de hombres encapuchados, y señalando con los ojos decía que iban a por el, que era mejor vivir ahora y darlo todo ahora, porque después la angustia le invadiría el cuerpo. Empezó a bailar a moverse, bebió y aspiró algo más y se fue. Para darme cuenta ya estaba en su habitad, ese habitad negado durante los días lucidos de abril, de los abriles. De los plurales días académicos.

Zero era el otro manojo de nervios encandecido por la música y por los gemidos de las hembras pidiendo que las toquen y que se rieran con ellas, o de ellas, daba igual. Zero pedía que lo toquen también, pedía con lujuria que lo rocen, sea varón o mujer… se fue entregando poco a poco a la masa de gente gimiendo dentro de un círculo, una vez mas, colmado por un DJ tocando lo mejor de su repertorio pirateado, y con sus mezclas de clásicos. Tal vez Zero pedía a gritos que lo tocaran tan bien como el DJ hacia revolucionar sus vinilos. Y lo digo porque cada vez que el veía al DJ hacer lo que mejor sabia hacer, los ojos se le llenaban de alegría, algarabía, angustia, desesperación, quería ser un vinilo, quería ser un objeto capas de gemir.

NHK era el tercero del trío, y desde que entro, su observación quedó fascinada, atónita, como sabiendo, sin sentirlo que ahí encontraría cosas importantes para entender mejor el mundo de las revoluciones. No era su primera vez, pero si la primera vez de su observación. Era un casto, descastándose entre mujeres bellamente lujuriosas dispuestas a todo en nombre de su felicidad. NHK empezó su recorrido, y comenzó andando por ahí, moviéndose como el solo podía, y hablando, como el solo podía, con los zombis. Así no lo quiera admitir NHK, se drogó entre toda la multitud, de tantas luces, de tantos zombis, de tanta felicidad artificial, de tanta revolución de los discos fonográficos de vinilo de tantos gemidos de tantas cosas alucinógenas que se respiraba. El polvo blanco caía de muy arriba, como nieve en un día de invierno. Me sentí un Tony Wilson.

Era tan excitante ver a tanta gente y solo sentir que en todo el local había una sola persona. NHK se percató de la gran mascara que cubría a todos en ese lugar, que tanta felicidad solo era un grito asfixiante para salir de la rutina esclavizante que los mataba lentamente, de una realidad que no entendían, no comprendían, y que por eso le perdieron el interés de tratar de entenderla. Era más fácil, y, en comparación a lo que significaba hacerle frente a la vida, era mucho mas barato. Era un gran cementerio psicodélico el que podía ver ahí mientras hablaba con la mesa.
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Una de las cosas curiosas que pasó aquella noche es que NHK solo daba vueltas, pasando de mujer en mujer, como las ideas que el traslucía. Era cínico expresar lo mismo con otras palabras, pero el ambiente, las emociones que ahí se vivían no daban para más. Mas de una vez se pregunto que diablos hacia, hasta que termino en una situación muy apartada de la masa de gente con una mujer sin rostro que respondía al nombre de ---. Todos eran infieles, todos vivían, todos eran libres, todos amaban. En ese mundo no entraba nada que no fuera diversión. NHK comenzaba aburrirse, había visto y descrito suficiente. Es divertido ver, detrás de la cortina de polvo de cocaína, a toda esa gente tan feliz, es divertido, y nostálgico a la vez.

A las finales NHK termino sintiéndose como un Tony Wilson, pero con 99% menos de droga en la sangre. Y con respecto a los demás, bueno los demás se volvieron, al igual que los jueces sin rostro, en personas sin mascaras.
2


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Imágenes: 2. "Absorbiendo luces". www.fractalia.com.ar

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1 comment:

Fedora Franco said...
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